Artículo
(Fecha: 21/06/2001)

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@TRIBUNAFIRMA:Pablo T. Spiller
@CARGO:Catedrático, Universidad de Cali-
fornia, Berkeley y director LECG
[ P ]Tras la quiebra
de debería apuntarse
a una política de cielos
abiertos
@TIT-OPINION:La inevitable quiebra
de Aerolíneas
@TEXTO-2:El llamado a concurso de acreedores anunciado por la SEPI abre un paréntesis de espera para la quiebra inevitable de Aerolíneas. El concurso de acreedores presenta a éstos con una opción: o aceptan una quita importante o la empresa va a quiebra. En éste caso, los acreedores a lo sumo podrán recuperar 10% de sus haberes. La quiebra puede ser, sin embargo, financieramente conveniente para los acreedores de Aerolíneas. La empresa tiene deudas de aproximadamente mil cien millones de dólares. De acuerdo a declaraciones del presidente de la empresa, ésta tiene unos 18 aviones propios, seis Boeing 747 y una docena de 737s. Andrés Ricover, de la empresa LECG, valúa dichos aviones en 250 millones de dólares, y probablemente mucho menos si fuese necesario liquidarlos. Menos los pagos de indemnización laboral y otros costos asociados con una quiebra, con suerte recibirían los acreedores 100 millones de dólares, contra más de mil de deuda. Una quita del 50%, con opción a perder o recuperar el resto en un futuro incierto, parecería preferible a una quita con seguridad del 90%, pero no lo es.
Si los acreedores entendiesen del negocio de aviación, sabrían que recuperar el 10% es siempre preferible a un seguro 0% una vez que la incertidumbre operativa lleve a que los clientes de Aerolíneas se sienten, en forma permanente, en otros asientos. La experiencia del mercado de aviación es contundente: aerolíneas que entran en concurso de acreedores no salen del mismo en forma exitosa sin un cambio drástico de enfoque tanto de la gerencia como de los sindicatos. Eastern Airlines es el mejor ejemplo de una empresa con serios problemas financieros y con sindicatos intransigentes que no salió del círculo vicioso de conflictos laborales, clientes disgustados, menores ingresos, mayores problemas laborales, menos clientes y así sucesivamente. En cambio, tanto Continental como Northwest Airlines, empresas con sindicatos más responsables, tuvieron drásticos cambios gerenciales, que les permitió reconfigurarse, y hoy Continental Airlines está al tope de los rankings de calidad.
La quiebra de Aerolíneas es, entonces, cuestión de tiempo. Ya el conflicto laboral ha reducido el nivel de utilización y cobertura de Aerolíneas. Pero el sector en general tiene hoy un nivel de exceso de oferta importante. LAPA, otra línea en concurso de acreedores, tiene hoy un factor de utilización (load factor) del 60%. La suspención de vuelos de cabotaje de Aerolíneas le implicaría un aumento capaz de unos 20 puntos, por lo que LAPA y las demás compañías locales pueden cumplir razonablemente con las necesidades domésticas dejadas por una posible suspención de actividades de Aerolíneas. Obviamente, dicha suspención, elevaría la rentabilidad del resto de los operadores, y le permitiría, en particular, a LAPA por ser la de mayor envergadura, a través de la obtención de derechos internacionales y la concreción de rápidos acuerdo de code-sharing con empresas como American, United o Delta, posicionarse para movilizar al extranjero pasajeros del interior del país a través de empresas de jerarquía internacional. Los acuerdos de code-sharing son imprescindibles para la supervivencia de operadores domésticos, con o sin Aerolíneas. Code-sharing les permite coordinar sus vuelos con los vuelos internacionales de su empresa aliada, como a su vez operar rutas internacionales sin necesidad de invertir en equipos y mantener niveles de ocupación competitivos, les facilita la tarifación y la promoción conjunta de destinos, y aumenta la confianza del clientes.
Con una fuerte presencia de LAPA como empresa feeder de una empresa líder internacional, se le hará difícil a una nueva Aerolíneas obtener un mercado doméstico importante. Esto limitará su capacidad de expansión en el exterior. Si se agrega la falta de una cultura gerencial dinámica y la presencia de sindicatos duros, la quiebra de Aerolíneas es inevitable. La quiebra de Aerolíneas es, sin embargo, beneficiosa para la economía del país. Se quita de un lado a una empresa que por razones históricas tuvo muy mal gerenciamiento y que nunca fue viable económicamente. A pesar del nacionalismo romántico de los últimos meses, mismo previo a su privatización, y bajo condiciones de monopolio, Aerolíneas no generó ganancias en forma sostenida. Sin ella, el sector se basará en empresas domésticas de cabotaje con empresas internacionales cubriendo la mayoría de los mercados internacionales. Ante este escenario, el gobierno podrá, sin costo político, declarar una política de cielos internacionales abiertos, la cual dinamizará tanto el tráfico internacional como el movimiento de cabotaje doméstico. El resultado final será beneficioso tanto para el consumidor como para el país. El costo país bajará, Argentina se volverá más competitiva y se acercará al resto del mundo. Consideraciones de corto plazo no deben impedir este desenvolvimiento.


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